Son las tres de la mañana de un día de invierno y sufro de un ataque torturante de insomnio. Sin poder conciliar el sueño, me dije: "Volo Kalamaky aprovecha tu tiempo y escribe una adaptación decente de los "Cuentos Clásicos" para ciudad-anos desencatados. Mágicamente surgió el título: "El Princi-pitos", tenía la guinda, pero faltaba la torta de mil hojas: el argumento. La verdad, no se me ocurría como empezar, así que dejé el lápiz y me puse a leer un inspirador libro: "Enfermedad y Creación", de Philip Sandblom. Este autor recopiló un estudio basado en artistas famosos de la historia que fueron afectados por algún tipo de patología que los influyó transversalmente en la esencia de sus obras. Citaba la locura de Van Gogh quién terminó desquiciado bebiéndose la trementina (diluyente) y cortándose una oreja para obsequiársela a una amada prostituta. En aquel periodo autodestructivo, Van Gogh pintó como nunca, consiguiendo esos ruidosos y desquiciados tonos amarillos presentes en notables obras como "El Campo de Trigo" con esa impactante bandada de cuervos. Bueno, el autor Philip Sandblom analizaba como influye la "enfermedad" en la literatura, la pintura y la música para concluir que "el poder creador generalmente tiene un excelente efecto terapéutico". Me sentí más loco y ello me ayudó a comenzar con mi terapia sanadora. Agarré el lápiz con odio y comenzó a moverse sólo:Había una vez un hippie apestoso llamado el Princi-pitos. Este "marijuanero" pasaba volado en THC, pegado al techo como mosca en una condena aérea. Sus humeantes pensamientos con olor a cordel quemado, carecían de coherencia y su vida de papelillos estaba condenada a la falta de metodología, de disciplina, de rigor. Sufría un profundo quiebre emocional producto de las remesas de su "chatez" por su infancia de porquería: abandono, burlas, sanciones psicológicas de su padre y sacadas de chucha crónicas.
El Princi-pitos fumaba todo el día macoña que el mismo cultivaba en un invernadero artesanal camuflajeado en el jardín de atrás de su casa heredada. Filosóficamente predicaba el hundimiento del "establishment" aludiendo, además que el estado burocratiza los ideales castrando la creatividad. Soñaba con un cambio cultural radical, pero era incapaz de hacer algo por aquella causa, quedándose en el puro blablablá. El Princi-pitos vivía de las máscaras neuronales y todo lo etiquetaba mentalmente. Para este piojento vagoneta, el "Progreso" era falsamente sinónimo de éxito. Fumaba para mutilar sus dolores con la convicción de re-encarnarse en una planta de cannabis y ser consumida por un dictador sudamericano.
El Princi-pitos era una persona neurótica y psicótica que insultaba al entorno y a las personas: a sus amigos, a sus familiares y a sus pololas de turno que lo visitaban para hacerle trueque: sexo por pitos. Su fumada vida era un gran manicomio. La dictadura de su letargo era el reflejo latente de su mediocre papel social. Chato como diuca, se autolamentaba por no haber terminado el Cuarto Medio; por no haber hecho el Servicio Militar; por no votar; por no pagar impuestos; por hacerse la paja; por no lavarse los dientes; en fin, por no proliferar en ningún aspecto.
Para el Princi-pitos la hierba era el antídoto para sobre llevar las tensiones de la vida moderna. Santiago, o sea la urbe, le provocaban un estrés inventado por su flojera eterna. El lo sabia: Era más flojo que la mandíbula de arriba y vivía sacándole el poto a la jeringa. Le daba lata levantarse temprano, buscar un trabajo, andar colgado de la pasarela de las micros repletas para ganarse las lucas como cualquier ciudad-ano sudaca. Sufría el dolor del síndrome del borreguísmo: Saberse un miserable más del rebaño anónimo chilensis.
El Principi-tos, erudito de la fomedad, se sentía un mini imbécil. Pasaba horas pegado a la pantalla de la tele, viendo cualquier mierda embazada. Su parada era perniciosa y detestable y con su indiferencia era un defensor más del "status quo". Era empelotante su visión elástica de la vida, con ese lema miserable: "Nada hay hermoso bajo el sol...". El vivía intrascendentemente con la estupidez como bandera. Se juraba más creativo, más sensible, más piola, más vaca sagrada. No había nada que hacerle: era una plasta de caca podrida.
El Princi-pitos se sintió tan cagado del mate que un día decidió chantar la moto. Le costó no fumarse el primer "joint", pero pasaron las horas y se sintió con una existencia rica y variable, más momentáneamente, libre. Se puso a pintar como nunca. Le daba pincelazos al lienzo sumergido en un acto divino de creación. Ya no se sentía pobre, rutinario, monótono, gris. Ahora era un ser de luz con colores pastel. Terminó el cuadro e inmediatamente se puso a pintar otro. No lo podía creer estaba más productivo que nunca.
El Princi-pitos pasó seis meses pintando como loco "sano". Finalmente, logró interesar a una Galería y le auspiciaron su exposición que tituló: "Un Pinta-monos Rehabilitado". Al evento pictórico asistió una gran concurrencia: críticos de arte, medios de comunicaciones, compradores de arte, un numeroso publico con la mamá y las tías incluidas. Vendió todas sus pinturas y ganó un billete largo.
La gente comenzó a hablar positivamente del Princi-pitos celebrando su mágica "recuperación". Se referían a él como inquieto, activo e ingenioso. El Princi-pitos cambió de sopetón su forma de ser. Ahora era creído, soberbio a cagarse, necio, prepotente. Era desplaciente con la gallada y se juraba parte de la "burguesía urbana". Siguió pintando sin parar, realizando exposiciones y vendiendo hasta la ultima de sus obras. Salía en los diarios, en las revistas, en programas televisivos. Rápidamente se hizo millonario cayendo en obsesión por el dinero, el poder y la fama: más plata, más mujeres, más influencias. Se compró todo lo que quiso: autos, casas, comida, putas, etc.
Un día, el Princi-pitos decidió fumarse un pito para "recordar viejos tiempos". ¡Guaaa!, la primera dosis fue suficiente para que entrara nuevamente en la espiral del caos de antes, de la ingobernabilidad, volviendo a la edad de piedra existencial. Se fumó una caleta entera sin ni arrugarse, cara de palo. Volado como lagartija, terminó bebiéndose medio bidón de trementina y con cuadros de delirium tremens incendió su mansión, sus autos y se colgó del pino de su jardín. La policía encontró una carta de despedida:
"Cada persona se traza su propio camino; el destino es una soberana mentira, un cliché ramplón para justificar la vida ordinaria. El suicidio es un parto al revés: rápido y poco doloroso. Chaolín, El Princi-pitos".
Colorin, colorado otro saco de guevas se ha matado.
No quedé muy contento con el producto creado y sentí que faltaba graficar más hondamente el proceso de apestamiento del Princi-pitos, este anacoreta que se mata para desprenderse de la sociedad, o más bien de él mismo। Bueno, pero lo dejé como estaba ya que para mí, Volo Kalamaky, la "creática literaria postmoderna" es la ciencia de los escritos espontáneos con el mínimo de corrección. Así es esta pega de estereotipos y estereotipias sin darse cabezazos contra el muro. Sépanlo: "La creación más que un modo de vida es un modo de pensamiento". Ja.
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Destino
Dícese de la sucesión inevitable de acontecimientos provocados e incognoscibles.
La teoría de la causalidad dice lo siguiente: "Toda acción conlleva una reacción, dos acciones iguales tendrán la misma reacción", a menos que se combinen varias causas entre sí haciendo impredecible a nuestros ojos el resultado.
Nada existe por azar al igual que nada se crea de la nada.[cita requerida] Todo tiene una causa, y si tiene una causa estaba predestinado a existir desde el momento en que la causa surgió. Es por ello que la casualidad, es también llamada, causalidad.
El Destino es una patraña creada por el ser humano para hacer mas mediocre su mente y darle explicacion a lo que no se es capaz de darle, Debido a que la inmensa cantidad de causas es impensablemente inmensa, nos es imposible conocerlas todas y enlazarlas entre sí। Desde un punto de vista religioso el destino es un plan creado por dios, aun asi no puede ser modificado de ninguna manera.
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"La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que el mismo destino."
Karl Wilhelm Von Humboldt (1767-1835) [Político prusiano.]
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar."
Antonio Machado (1875-1939) [Poeta y prosista español]
"Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un caracter. Siembra un carácter y cosecharás un destino."
Charles Reade [Escritor inglés.]
William Shakespeare (1564-1616)
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